He estado viendo antiguas fotos
de lugares y gente anónima . Madrid, Sevilla, Valencia Barcelona ...Y luego instintivamente me detuve a pensar en que todas esas personas que sonreían, que jugaban, posaban junto a las
fuentes, los árboles, las plazuelas, están hoy enterrados en cementerios.
Cuerpos que en su día
fueron carne viva, cruzada de savia e ideales, mediocridades y talentos ; buenos y malos;
justos e injustos, …. hoy son polvo. Todo ha pasado. Ya no hay sino la nada.
Después me sitúo en la edad moderna, en el ahora, en las ciudades. Con sus coches,
con su capa de contaminación, con el humo penetrando en los pulmones y los
parques desaparecidos. Pienso en los
edificios que perduran, y que han visto
pasar a tantas caras . También en los que, derrumbados, han escapado a la memoria…, en los plásticos, los
cementos, en las gentes, en las prisas,
en las máquinas y móviles….Pienso en la hipocresía, en la injusticia, en la presión que invade las cabezas, en la
falta de solidaridad, en los coches
cargados de egoísmo que suenan sus cláxones, como si fuesen pitos enfadados
prestos a engullir a sus víctimas viandantes. Pienso en la depresión, en la apatía, en el robo, en el descaro, en el
progreso decadente que nos atenaza…Y luego miro de nuevo esas viejas fotos, esos rostros cargados de orgullo que se preparaban
al pulsar del botón y la señal del
fotógrafo súbitamente aparecido.
Nos creemos personajes y no somos nada. Dejamos pasar el tiempo sin apenas distinguir
entre lo superfluo, lo vanal, o lo importante.
Somos fuego, a menudo cubiertos de fantasmas, revestidos de artificialidad y aspirando
toneladas de cáncer enlatado. ¿Y el instante del respirar, el contacto de la
piel, la autenticidad del momento?, ¿dónde se ha quedado todo eso si es que
alguna vez estuvo en algún lugar?
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